miércoles

Sobre la arena fría miraban hacia arriba, hipnotizados. Un gran manto negro agujereado recubría el mundo mientras el mar cantaba, la espuma bailaba, y él empezó:
Están demasiado lejos, su luz tarda millones y millones de años en llegar a la Tierra. Probablemente muchas de las que estamos viendo ahora, ya no existan.

Ella, todavía sin parpadear, concluyó:
¿Será que nosotros ya nos fuimos y esto que somos es la luz que les llega a las estrellas?

jueves

hoy

mientras camino, primero miro el piso. no lo reconozco
levanto la mirada y los que caminan conmigo me resultan extraños
las casas, los autos, las avenidas, a dónde fueron a parar
creía estar donde siempre, en el mundo... o mi mundo

miro mis manos y no son las mismas, toco mi rostro
miro mis pies y no... esos no son mis pies
me están llevando a otro lugar, sin quererlo, caminan
aún cuando no quiero caminar, me llevan

y está bien, que no se detengan
necesito perderme entre la gente
confundirme con las voces
mezclarme entre todos estos colores

perderme... para encontrarme
mirarme a los ojos y por fin reconocerme
hola, tanto tiempo, me estaba buscando
y hasta, tal vez, lloraría al verme de vuelta

hablarme, y al oír mi voz... soltar
sentir que todo está bien, que nada es tan grave,
fue un momento, todo sigue, ya pasó...
es sólo que, necesitábamos un tiempito

perdámonos más seguido

pavadas

estaba, pensando pavadas.
leyendo tus palabras tan frías se me contrasta en el recuerdo lo más cálido de tu esencia.
lo más cálido, vos y yo con la puerta cerrada, intentando callar cuando oímos ruidos de pasos afuera, intentando callar los golpes en las paredes. intentando no matarnos...
dejame que no te quiera por un rato
dejame no devolverte lo que esperás
dejame cerrar la puerta, dejame dejarte afuera
porque no todo es.

miércoles

siempre

está en la parada del bondi y se detiene a esperar. en esos momentos no sabe en qué ponerse a pensar.
algunos segundos volando en las brisas le acercan un aroma, es de la chica que está adelante.
ahí pensó en que nunca se pondría ese perfume. definitivamente, no. pero al sentir esa fragancia se puso de mejor humor.
subió al 34 y se calzó los auriculares, cuando le gusta una canción la pone en repeat y la escucha durante muchas tardes, miles de horas consecutivas hasta exprimirle sus secretos más profundos, hasta sentir los armónicos rebotando en su vida inaudible, hasta dejarla sin respirar, hasta quedarse muda

jueves

nunca más, nunca menos

mientras subía las escaleras hacia la superficie, los bombos y platillos retumbaron mi corazón. llegué y vi un desfiladero de cantos y banderas vislumbrando un destino certero. jóvenes nobles marchando por la memoria de quienes no están, de quienes buscan, de quienes han encontrado y siguen buscando. vi a nuestra generación de pie anclando la justicia, sin miedo de gritar con fuerza. me vi entre infinitas sonrisas, y entre nuestras risas se oía un eco de treinta mil y una voces invisibles, agradeciéndonos. tomé la bandera con ambas manos, el viento rugiendo en plaza de mayo nos condujo a la verdad.


"Se conmueven del Inca las tumbas
Y en sus huesos revive el ardor,
Lo que ve renovando a sus hijos
De la Patria el antiguo esplendor."
Marcha Patriótica (Versión original). Vicente López y Planes

viernes

un segundito


Limón se da cuenta de que siento la luz del sol totalmente pálida desde el equinoccio. huelo el curry crudo y le siento la canela. me entiende cuando soy yo la que se siente olfateada y vestida de canela, a veces pienso en volver... entonces me siento. y me siento bien



lunes

raíces ciegas, aquí y allá


tanta vida paseando alrededor de los días y sin nombrarte.
tanta vida perfumada por el misterio que imprimen tus ojos,
sin saber tus ojos y sin imaginarte. sin ver.
hasta hoy.
veo un pedazo de mi eternidad sobre el papel de la foto.
al mismo tiempo que mi dedo índice bordea tu rostro,
siento esa caricia en mi mejilla.
desde la foto me miro a mi detrás de tus lentes,
tratando de entendernos.
trato de descifrar una a una las marcas en la piel,
adivinando las sonrisas, revisando tus manos
y también las mías,
puedo oler las flores que alcanzaste a conocer,
puedo oír a las palomas que anidan en tu ventana,
qué hacemos acá tan cerca en la lejanía...


domingo

ahora, una confesión

desde las vísceras que amparan estos pensamientos
encuentro el gustito a sal en tu cuello y todo
es tan insoportablemente profundo

che, no me sale ser superficial!

nene

beso cada instante antes de que te olvides, y cada frase perdida entre las sábanas. beso el amor en tu boca con la puerta cerrada. me rindo! ya no aguanto más adentro mio, necesito salir a vos. salir a vos. de cerca no te entiendo, prefiero mirarte desde lejos. de cerca no te veo, quedate pendiente sobre el viento...

(mi respuesta siempre es vos)

martes

ángel caído


Una vez fui una niña muy, muy consentida por aquellos que me aman.
Si hago fuerza me voy a acordar de muchas cosas, tal vez, pero sí recuerdo algo que fue especial para la vida misma, cuando me llevaron a una heladería a la que recurría probablemente todas las tardes de verano. Me senté a meditar sobre el chocolate y los besos, arrancando y metiéndome a la boca esas impresiones congeladas, muy concentrada en la cucharita y la crema que se derretía queriéndose escapar de la tacita de plástico. Y de mí. Y algo. Algo se estaba moviendo al lado. No tan cerca, pero cerca. Atrás de un auto había un nene mirándome y yo lo sabía, claro que lo sabía, rápidamente miré para encontrarlo, él se agachó. Pude ver un blanco intenso, que brillaba sobre su piel envuelta en una túnica. No me pareció extraño y seguí incursionando en lo que me ocupaba, algo así como un chocolate increíble que se me escurría entre los dedos.
El rubio me seguía viendo, jugando a las escondidas, me esquivó así varias veces, me acerqué corriendo un poco y a la mitad del camino frené. Sacó la cabeza por detrás de aquél auto, como asomándose desde una ventana, desde otra dimensión, desde otra vida, él expresaba tanta sensualidad tibia en su mirada para ser un niño como yo, no lo entendía, me quede un rato descubriendo su cuerpo largo y la inmensidad de sus alas. Cuando me sonrió pude notar que sus dientes no eran como los míos, eran de lo más parecidos a los de un tiburón.
Me gustó que no me haya asustado, lo vi sonreír así de macabro pero sin intenciones más que de jugar con el tiempo. El juego terminó y él se fue escondiéndose entre los árboles, y las casas, y las nubes, y algunas lunas. Volví a sentarme, aunque ésta vez ya sin noción sobre el bien y el mal, sin ubicarme entre los años y la edad y los ángeles, sin entender las imágenes enlazadas entre una y otra por un vago cronómetro, preguntándome... ¿qué me separa del sol?.
Muchos tiempos despuéses escuché hablar sobre esos niños que no son niños y deciden quedarse en el mismo lugar, sólo que desde otro aire